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La historia de Andry y Manuel: los niños que tienen que subir a un cerro para conectarse a sus clases

Los hermanos cursan 6to y 8vo básico respectivamente. Con una carretilla y una pequeña mesa, sus libros y cuadernos, se conectan todos los días a sus clases on line.

Los hermanos cursan 6to y 8vo básico respectivamente. Con una carretilla y una pequeña mesa, sus libros y cuadernos, se conectan todos los días a sus clases on line.

El día en la majada de Las Minillas Alta, a los pies del Cerro Negro, comienza con los primeros rayos de sol a eso de las 06:30 horas. Se toma desayuno y también se les da la primera comida del día a los animales: cabras, caballos, gallinas, pavos y por su puesto los perros. Manuel (10) y Andry (13) comienzan a preparar sus libros y verifican si su teléfono y computador están aún cargados, pues la única forma de hacerlo es durante la jornada anterior con un cargador solar.

Junto con eso reúnen los libros, la mesa y las sillas para subirla a una carretilla e ir a una lomita de un cerro en donde les llega señal de internet. Es toda una hazaña diaria para estos niños que cursan sexto y octavo año básico en la escuela José Abelardo Núñez de San Isidro, pues ahora  que comenzó el año escolar, las escuelas municipalizadas de Vicuña mantienen este método de enseñanza debido a la pandemia, que en este mes de marzo mantiene a la comuna elquina con cuarentena total.

Su idea, al igual que a la de sus padres Verónica Azola Cortés y Manuel Rivera Aranibar, es  cumplir el objetivo de estudiar y recibir sus materias, para continuar con sus sueños de terminar todos sus estudios.

“Encuentro muy fome el no ir a la escuela, porque no estoy con mis compañeros, los extraño, el jugar, compartir con mis amigos, pelear, aunque después nos contentamos, como con los hermanos. Les echo de menos a los profesores, a las clases, el estar en la escuela, cuando tocan la campana y salimos a recreo”, expresa Manuel Rivera Azola, quien cursa sexto año básico.

Manuel dijo además que se les hace complicado el conectarse, porque a veces las clases se caen cuando se pierde la señal. “Lo malo que todos mis amigos siempre ponen las cámaras apagadas, no los veo, soy el único que la tiene prendida. Aunque a veces los pueda ver, no es lo mismo cuando estamos ahí, donde podemos jugar, correr (…) yo todavía no elijo que seré cuando grande, me gustaría ser jinete. Me gustaría que lo mas pronto se acabe el virus y volvamos a clases”.

Antes de comenzar las labores diarias, sus padres lo acompañan al lugar en donde se conectan, ayudándoles a llevar la carretilla y a instalarse para sus clases. “Orgullosos de ellos, saben que están luchando por ser mejores que uno, por salir adelante, por dar un paso más. Eso es lo que más deseamos. El rubro de nosotros es este, somos crianceros y con esto de la cuarentena y la pandemia nos vinimos al cerro, pues nuestra casa está en Calingasta. Aprovechamos como ahora se estudia on line, igual se puede por acá, aunque parezca increíble y sea muy sacrificado. Por el tema de los animales, tenemos que estar por aquí”, explica el padre de familia Manuel Rivera.

Andry cursa octavo básico y ya tiene claro lo que quiere ser cuando grande: Veterinario; para ver los animales de su papá y también de todo quien lo requiera, pues le encantan. “Ahora las clases han sido difíciles, porque en el pueblo estamos bien con el internet, pero aquí se cae seguido. Además tenemos que movernos a donde esté la conexión, y el calor también y en la mañana el frío, pero es el único lugar donde pescamos señal. La vida aquí en el campo es sacrificada, porque cuesta ganarse la plata para nosotros y también para tener forraje para los animales. Por eso mismo me gustaría terminar mis estudios e ir a hacer la veterinaria, para ayudar a todo quien tenga animales. Por aquí hay muy poca gente que se dedique a eso”.

Un pilar fundamental en la enseñanza en su hogar es su madre, Verónica Azola, quien de hecho hizo conocida esta historia al compartir una fotografía vía Facebook. Frente a aquello resalta que no buscó nada a cambio, ni ayuda, ni romantizar la desigualdad, solo mostrar una realidad que la llenaba de orgullo, el esfuerzo de sus hijos. “No queremos ayuda, ni que lleguen con cosas para nosotros aquí. Yo mostré algo que vivimos día a día, porque estaba orgullosa de ellos, pero nada más, nunca pensé este revuelo mediático, lo que si estoy feliz por ellos, porque los veo felices”.

La madre en cuanto a los estudios de los niños dijo que “no es necesario obligarlos a nada, a ellos les gusta mucho estar en clases, nos cuesta eso si por el tema de la conexión, pero ellos felices están pendientes de las clases, nosotros les inculcamos que tienen que estudiar para poder surgir en la vida, lo tienen más que claro”.  

El alcalde de Vicuña, Rafael Vera Castillo, en su último día de funciones antes de dejar su cargo un mes antes de las elecciones del 11 de abril como lo establece la ley electoral, manifestó su admiración por la fortaleza y perseverancia de estos padres, y sus hijos, e indicó que se les apoyará con el objetivo de lograr una mejor conexión, “nosotros ya lo conversamos, vamos a colaborar, vamos a buscar una empresa que les pueda entregar el internet que ellos merecen, pero es notable lo que hace su madre, en términos de entregarles herramientas a los chiquillos”.

Desde que comenzó la pandemia ha habido dificultades en todo Chile para que las y los estudiantes puedan acceder de buena forma a sus clases online, y la comuna de Vicuña no ha sido la excepción. Historias que conmueven a la comunidad, y que lógicamente llaman a las autoridades gubernamentales a generar soluciones para mejorar la educación pública y el acceso a Internet.

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