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Cuando la música crece en casa: así suenan las “melodías familiares” en la Fundación Filarmónica de Coquimbo

La institución musical de la ciudad puerto vive un fenómeno único: cada vez más familias ven cómo sus hijos e hijas crecen musicalmente en conjunto, compartiendo atriles, ensayos y escenarios, gracias al  financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de su Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras.

La experiencia de tener hermanos y hermanas que hacen música juntos no es nueva en la historia: desde los legendarios hermanos Haydn en la música clásica europea, hasta los Parra en la tradición chilena, la música ha demostrado ser un lenguaje que se transmite entre generaciones y se fortalece en los vínculos familiares.

Y hoy en Coquimbo, son diversas las familias que, gracias al trabajo de la Fundación Filarmónica, están escribiendo su propia historia a través de violonchelos, trombones, trompetas y percusión, gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de su Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras.

Una familia, cuatro caminos musicales

Para María Teresa Quintero Hernández, la música se convirtió en un proyecto familiar, pues sus cuatro hijos —Jhonder Alexander, Daylismar Alexandra, Abraham Alberto y Marcelo Alejandro— son parte de la fundación, y cada uno, escogió un instrumento distinto: percusión, trompeta y trombón.

Los primeros en dar el paso fueron Daylismar y Abraham, quienes tras audicionar lograron ingresar a la Orquesta Municipal Filarmónica de Coquimbo, y mediante constancia y apoyo mutuo, fueron preparando a sus hermanos para que también pudieran cumplir el mismo sueño. “Ellos se ayudaron entre sí, se prepararon, y lo lograron todos. Eso es lo más hermoso: se apoyan para avanzar en lo que les gusta”, relata María Teresa.

Así, la oportunidad de apreciarlos juntos en los escenarios ha sido una experiencia que pasó de los sueños a la realidad: “siempre me imaginé verlos en algo tan hermoso como la Filarmónica. Pensé que sería más difícil, pero con el talento que tienen y con el apoyo que recibieron, todo se hizo realidad. Me siento feliz y agradecida, porque lo que siempre visualicé en ellos se está cumpliendo”.

Esta formación musical no solo les ha dado disciplina y técnica, sino también, un espacio que, según su madre, antes parecía imposible. “Esto les ha dado un apoyo que no estaba a nuestro alcance. Es una oportunidad enorme que ellos necesitaban”, destaca.

Tres hermanos, un mismo escenario

Algo similar vive Carolina Castillo Vera, madre de Florencia (16), Carlos (13) y Laura (9), quienes hoy integran distintos elencos de la Fundación Filarmónica de Coquimbo. Carlos fue el primero en incorporarse, en 2023, con el trombón. Más tarde se sumó Florencia con el violonchelo, y finalmente, Laura también se integró con el violonchelo, en julio de 2024.

Para Carolina, lo más significativo ha sido verlos compartir una pasión que siempre existió en casa, pero que no había tenido un espacio donde desarrollarse: “los tres siempre mostraron interés por la música, incluso aprendieron teclado y ukelele de manera autodidacta. Pero pagar clases particulares para cada uno era impensado. Pero la orquesta apareció como una gran oportunidad para ellos”.

¿Y qué siente cuando los ver ensayar y presentarse? “Es indescriptible. Verlos juntos me llena de admiración. Detrás de cada presentación hay un esfuerzo enorme de tiempo y constancia. Jamás pensé que los vería tocar juntos, y hoy es una realidad”, afirma con orgullo.

Igualmente, y más allá del aspecto artístico, Carolina destaca los aprendizajes transversales que sus hijos han adquirido. “La música les ha aportado autodisciplina, curiosidad por conocer mejor su instrumento, y también, amistades que los acompañarán en la vida. Todo eso es invaluable”.

La música como herencia familiar

Los testimonios de ambas familias muestran un punto en común: la música no solo forma músicos, sino que también fortalece lazos familiares y comunitarios. Compartir escenario no es únicamente una experiencia artística, es también un espacio de afecto, apoyo y orgullo mutuo.

En la Fundación Filarmónica de Coquimbo, cada ensayo de hermanos y hermanas es una oportunidad para crecer juntos, como artistas y como personas. Así, se va construyendo un tejido social donde la música se convierte en herencia y en proyecto de vida.

Un futuro en común

El impacto de que hermanos y hermanas compartan la experiencia musical trasciende el presente. Las familias proyectan que otros hijos también puedan integrarse, como sueña María Teresa: “me encantaría que los más pequeños también aprendieran instrumentos. La música es lo que les apasiona”.

Cada concierto es, en el fondo, un espejo del esfuerzo y la dedicación de las familias, que ven en la música no solo un arte, sino una forma de crecer juntos. Como resume Carolina: “el plus es ver que disfrutan y que se acompañan en este camino. Esa es la verdadera recompensa”.

La Fundación Filarmónica de Coquimbo forma parte del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Gobierno de Chile.

DiarioElqui

Periódico Digital de la Provincia de Elqui

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