Las MYPE no pueden esperar más
Por: Adriana Muñoz D’albora, senadora
La situación de las micro y pequeñas empresas (MYPE), a consecuencia de la pandemia COVID 19, es dramática. Con muy pocas excepciones, los emprendedores del país atraviesan severas dificultades. Muchos ven peligrar el esfuerzo de toda su vida.
Lamentablemente, las medidas anunciadas por el Gobierno no logran tener la potencia y rapidez que se requiere. El FOGAPE está resultando insuficiente y lento, especialmente en regiones.
Los bancos y el Ministerio de Hacienda muestran reportes en que se detalla un número importante de operaciones cursadas, muchas de ellas dirigidas a la pequeña empresa. Se dice que los créditos aprobados en un par de semanas superan largamente un año completo normal.
Sin embargo, eso no es lo que escuchamos en nuestras comunas. En La Serena, Coquimbo, Ovalle o Illapel, por nombrar algunas, recibo los mismos comentarios. Muchos pequeños comerciantes, campesinos, dueños de restoranes, pequeños mineros, pescadores me indican que no se les está prestando.
Me reclaman que la solicitudes se entrampan por el camino, mientras ven que a clientes habituales de los bancos, sí les entregan créditos con gran rapidez. Otros, me dicen que no califican para los bancos por su endeudamiento o informalidad. Algunos, alegan que la magnitud de sus movimientos los hace calificar para cifras muy bajas, insuficientes para la envergadura del problema.
Hace unos días oficié a la Comisión del Mercado Financiero pidiendo más transparencia. Se dictó una instrucción para que los bancos estandarizaran de mejor modo las solicitudes y sus resultados. Asimismo, he pedido que se tenga especial atención con lo que ocurre en regiones.
Por último, nos preocupa que se activen otras herramientas, para llegar a emprendedores que no califican para los créditos FOGAPE. Herramientas como SERCOTEC, INDAP, INDESPA, FOSIS, CORFO, pueden ayudar mucho, si cuentan con recursos y la decisión de apoyar.
En este tipo de micro y pequeñas empresas se juega el sustento de muchas chilenas y chilenas, sus sueños y esfuerzo; el empleo de millones de trabajadores y, en general, el dinamismo de comunidades que tienen economías encadenadas entre pequeñas industrias, comercios y servicios.