Historias
Cocinas solares de Villaseca, el cómo convertir la idea de surgir en un negocio con marca registrada
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elquiweb
En la actualidad existen dos restaurantes dedicados al rubro, el que se ha convertido en un polo turístico del Valle del Elqui.
La palabra “emprendimiento” en la actualidad tiene un significado mucho más importante que en el año 1988. Es un concepto que hoy en día se utiliza recurrentemente para incentivar a la gente a que lleve a cabo su idea para convertirla en negocio. Entre más novedoso e innovador mucho mejor. Y lo es mucho más si se considera que existen muchos recursos, más bien millonarios recursos, para llevarlo a cabo.
Pero a fines de los 80 la situación era distinta, más aún en una localidad pequeña como Villaseca, pueblo perteneciente a una comuna de igual forma pequeña a donde costaba mucho que llegaran dineros de gubernamentales.
Pero la mezcla de recursos y buenas ideas se hicieron posible en esta localidad, pues aprovechando la luz solar, tan potente en nuestro Valle de Elqui, se pudo “dar en el clavo” y desarrollar un negocio que en la actualidad es muy rentable.
Sin embargo, como toda buena historia, tuvo un largo camino que recorrer. Desde la formación, la creencia de la gente en la sustentabilidad de la idea, hasta llegar a la concreción y proyección del negocio.
De eso ya ha pasado bastante, más de 20 años. Fue en 1988 cuando se supo por primera vez de este proyecto, año en el cual se realizó la investigación social, lo cual posibilitó la elaboración de un diagnostico de la comunidad, cuyos antecedentes permitieron desarrollar científicamente las etapas que vendrían.
Esto se desarrolló a través del Programa de Contribución de la Mujer Rural a la Adaptación de Uso y Desarrollo de Nuevas Tecnologías de Cocinas Solares. Para aquello se llevó a cabo el Taller de Educación y Capacitación Ambiental, TECA, realizado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, INTA, de la Universidad de Chile. En esta iniciativa estuvieron trabajando los profesionales María Teresa Guzmán Castellano, Gloria Jury Jamis y Elvira Durán Massors, todos de dicho instituto, que llegaron a Vicuña en busca del lugar que les permitiera desarrollar el programa, el cual implicaba incorporar el uso de la energía solar en la preparación de los alimentos familiares.
La pregunta natural de los habitantes de Villaseca fue el ¿por qué ellos? La respuesta fue y es simple, porque la zona es muy árida y de escasa vegetación, razón por la cual sus habitantes podrían utilizar la energía solar para cocinar sus alimentos mediante cocinas y hornos solares. Así también debido a que esta localidad presenta una ubicación en la parte más ancha del valle de Elqui, lo cual significa que tiene mayores horas de sol durante el día.
Y así fue, pero el proceso fue largo, como se decía anteriormente. Se realizó un curso de alimentación y nutrición familiar en noviembre de 1989, al cual accedieron los vecinos que lo estimaron conveniente. En aquel entonces se formaron 25 monitores en alimentación. En ese mismo año se instalaron las 4 primeras cocinas solares (diciembre de 1989) en las casas de Norma Araya, Julia Flores, María Espejo y Lucila Rojas, quienes desarrollaron la valiosa labor de aprender a usar las cocinas y cooperaron con el proceso de medición, lo que facilitó el uso de dichas cocinas. Luego de aquello, con el desarrollo del programa, se entregó una quinta cocina a Francisca Carrasco.
Según recuerdan las usuarias de ese entonces, el proceso continuó con la realización de largas reuniones comunitarias y visitas de los profesionales que desarrollaban este programa. Normalmente eran los días sábados durante todo el día, lo que poco a poco comenzó a fastidiar a los vecinos, pues eran jornadas muy extensas que muchas veces no tenían respuestas inmediatas.
Pero también estas reuniones dieron píe para el permanente intercambio de experiencias que se sostuvieron, respaldando el desarrollo de la vida familiar. Lo primero que se definió como óptimo el modelo de la cocina parabólica, pues su uso era más constante durante el año.
Corría el periodo 1989-1990 y el valor de la cocina para los miembros de este proyecto costaba $19.000, monto que fue asumido en parte por las personas, pero también fue solventado con ayudas sociales y actividades que realizaron los mismos vecinos. El primer modelo que se escogió fue el diseñado en vidrio por su larga duración.
Los vecinos tomaron este proyecto como un experimento, nunca esperaron que se convirtiera en lo que es hoy en día. Una de las primeras promesas que se dieron fue el salir de la extrema pobreza y también el incentivar el cuidado del medio ambiente. Con el tiempo se cumplieron sin lugar a dudas.
Luego de la tradicional cocina parabólica vino la cocina horno, las que con el tiempo fueron fabricadas por los mismos asistentes a las capacitaciones. Se creó un comité con el fin último de generar recursos para los integrantes, lo que llevó a la reposición de la sede social del pueblo, la que se pretendía utilizar como un restaurant casero. La iniciativa no fructificó, pero tuvo consecuencias más positivas, ya que a finales de la década de los noventas se comenzó a idear lo que sería la Asociación Gremial de Artesanas Solares.
En este tema, y de forma más específica, en 1992 la señora Lucila Rojas, monitora líder en energía solar, presentó al comité la idea de formar un centro solar, el cual comprendería la instalación de un restaurante solar, un taller de producción de artefactos solares y un centro educativo para formación de nuevos monitores. Lucila fue la encargada de viajar a la Argentina a promocionar el local tanto en las ciudades de Mendoza y San Martín de ese país, en donde da entrevista en numerosas y conocidas radios de esa zona, el objetivo final era lograr que el turista cruzara el límite fronterizo con Chile, Paso Aguas Negras, tuviera conocimiento y lograra visitar el local. Actualmente el restaurante se encuentra funcionando en calle Chiloé Nº 164, Villaseca, en manos de todos los socios de la Asociación Gremial de Artesanas Solares de Villaseca, que en la actualidad tiene 25 socios.
Si no se hubiesen unido estos socios que estaban en las mismas, esta historia podría haber quedado en puras buenas intenciones. Y es que la Asociación Gremial de Artesanas Solares, formalizada el año 1996 con personalidad jurídica y que aún tienen a cargo el Restaurante Solar Delicias del Sol de Villaseca, llevan deleitando a los turistas por más de 10 años con cabritos asados a puro sol. Lo que en un principio era casi un experimento o sólo una idea loca de creer que efectivamente el sol podría dar la energía para freír un huevo; aquí, en el interior del Valle del Elqui, se logró con éxito y hoy el restaurante atiende a 150 personas.
Entre la concreción de este proyecto postularon a un fondo de $20 millones del PNUD que se lo ganaron, presupuesto que sirvió para comprar el terreno y los materiales para fabricar los hornos. Así también para mantener una huerta orgánica. Así nació el centro de degustación que era una pérgola con capacidad para 16 personas. Los extranjeros y los turistas siguieron llegando. Se quedaban encandilados por las características del negocio: los alimentos cocinados bajo el sol no pierden sus características nutricionales, los sabores que se logran son únicos, la idea era de un grupo de microempresarios y lo top fue dar un uso súper potente a una energía universalmente gratis y que en este lugar sobraba. Los extranjeros eran tantos que los socios decidieron trabajar con agencias de turismo y operadores para ordenar las visitas.
El éxito del negocio no quedó allí, ya que de esta asociación nació un emprendimiento familiar, el ideado por las hermanas Rojas, que en la actualidad posee el restaurant “Donde Martita”. Ambos son el sello del pueblo que ha visto en una energía renovable una marca registrada.
Hoy en día trabajan con un menú y no con pedido a la carta por la naturaleza de la cocción del sistema de los alimentos, especialmente las carnes tardan de dos horas y media a tres en estar listas y eso no permite tener platos extras. Las verduras conservan las vitaminas por el hecho de ser cocinadas a muy baja temperatura, el pan queda como pan integral, porque se dora parejo, el arroz queda listo en 25 minutos. En un horno solar se puede hacer de todo, menos fritura, porque el concepto de ebullición es muy lento. Los utensilios son pintados de negro para ayudar a conservar las temperaturas, las latas también son negras. Las socias son las encargadas de cocinar en el caso de la asociación y las hermanas Rojas en el caso del emprendimiento familiar. La gracia es que no es llegar y entregar los alimentos, hay que seguir el movimiento del sol, por ejemplo un día nublado no se puede poner nueve panes a hornear, porque no se van a cocinar.
No fue fácil aprender a usar la energía solar puesto que no se conocía el funcionamiento de estas cocinas y no se estaba acostumbrado a esperar un poco más de tiempo para la cocción de los alimentos, fue allí cuando se pensó que moviendo la cocina, siguiendo el movimiento del sol y dando un punto exacto de enfoque en cada movimiento, se lograba cocinar en menor tiempo.
Con el tiempo las cocineras postularon a un curso de repostería del Sence para aprender a hacer dulces y pasteles. El nuevo desafío del proyecto es poner paneles para agua caliente y a largo plazo instalar paneles fotovoltaicos para abastecer la electricidad del restaurante. Porque la idea es formar un centro que funcione totalmente con paneles solares, donde el rey sea el sol.
Entre los platos que se ofrecen diariamente, especialmente entre septiembre y abril, son comidas típicas como cabrito a la cacerola, pastel de choclos, cazuela y otros más; también ofrecen jugos naturales, pan amasado y postres. Todo cocinado solamente con el calor del sol.
Esta historia es el fiel reflejo de cómo un pueblo humilde salió de la extrema pobreza y ahora son muy conocidos a nivel nacional e internacional. Todo un ejemplo de superación en comunidad con perseverancia y visión, convirtieron una idea en emprendimiento y finalmente en un negocio sustentable.
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Cultura
Fundación La Tribu Somos supera las 11 mil atenciones en 2022
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11 enero, 2023Por
Diario Elqui
Apoyando el desarrollo de personas con discapacidad física, mental o cognitiva, Fundación La Tribu Somos cumplió 4 años de vida en La Serena, hecho que fue celebrado con una Fiesta de Disfraces en la que compartieron los avances alcanzados durante 2022.
La institución dedica sus esfuerzos en la enseñanza de habilidades laborales a personas con discapacidades físicas, mentales o cognitivas y que carecen de oportunidades laborales.
En la ocasión, Lorena Figueroa, presidenta de la Fundación La Tribu Somos realizó el siguiente balance: “Se hicieron 11.010 atenciones, y reciclamos 250 kilos de plástico a través de nuestros talleres. Esos artículos, posteriormente, los pusimos a la venta a través de ferias a las cuales fuimos invitados y por medio de nuestro canales online”.
En nuestro país desde hace algunos años las empresas con más de 100 personas deben incluir, por lo menos, el 1% de su personal con alguna discapacidad, sin embargo, ese trabajador debe ser capaz de valerse por sí mismo.
En la actividad, acompañando a las familias que son parte de La Tribu Somos, también estuvieron presente algunas autoridades como el consejero Regional, Javier Vega y las concejalas del Municipio de La Serena, Carmen Zamora y Daniela Norambuena.
Historias
Pisco Elqui: el icono turístico y patrimonial del Valle del Elqui
Publicado
10 años atrásel
14 noviembre, 2013Por
Diario ElquiEn un principio se llamó La Greda, luego La Unión hasta 1936 que tomó el nombre que lleva hasta hoy.
Pisco Elqui, pueblo conocido en sus comienzos como La Greda, debido a que se encuentra asentado sobre la Quebrada de la Greda, cambiado posteriormente a La Unión y luego a Pisco Elqui debido a que ahí también se fabricaba el pisco, “donde indios y españoles en el siglo XVI extraían el material para fabricar las botijas pisqueras”.
El nombre de La Greda lo tuvo hasta el año 1873, época en la cual, tras una epidemia de viruela y producto de la solidaridad surgida entre sus habitantes a consecuencia de la tragedia, los vecinos acordaron designarlo con el nombre de La Unión.
El 20 de marzo de 1873, por decreto se ratificó el nombre dado a la localidad, al designar como La Unión a una de las subdelegaciones del Departamento de Elqui.
Posteriormente, el 1 de febrero de 1936 cambia su nombre a Pisco Elqui, mediante la Ley Nº 5.798, que estableció que “El pueblo de La Unión del Departamento de Elqui, se denominará, en lo sucesivo, Pisco Elqui”. Dicha ley se generó por una iniciativa presentada por Gabriel González Videla, por entonces diputado por La Serena, lo que sirvió para darle Denominación de Origen al pisco en nuestro país.
La historia de este pueblo sostiene que fueron los propios vecinos quienes sugirieron al párroco de la época, Miguel Alcayaga Mamapa, la construcción de un lugar de oración. Por lo que la iglesia, que actualmente es una reliquia e icono turístico del pueblo, nació de una necesidad de la comunidad.
Los planos llevan el nombre del ingeniero francés Gustavo Eiffel, a quien se debe su fachada ojival y su torre de 30 metros de alto. La inauguración demoró —pues para la obra se tuvo que traer carretas hasta el pueblo—, por lo que la primera misa se celebró recién en 1922. madera de pino oregón desde Estados Unidos hasta el puerto de Coquimbo, para luego enviarla a Rivadavia en tren y recién ahí ser transportada en la
En la actualidad, Pisco Elqui, representa uno de los destinos más visitados durante el año a nivel nacional, tanto así que en temporada alta, en Fiestas Patrias y feriados de fin de semana largo, la ocupación llega al 100%.
Sin lugar a duda Pisco Elqui es uno de los pueblos más hermosos de la zona, cuenta con su llamativa iglesia y una plaza muy tranquila y acogedora. En este lugar podrá encontrar una gran variedad de artesanía y productos típicos de la zona. Pisco Elqui cuenta con todas las comodidades, posee Hoteles, Camping, almacenes, y restoranes típicos.
Actualidad
La cruda historia ocurrida en Gualliguaica que desencadenó querella criminal contra Cheyre
Publicado
10 años atrásel
25 agosto, 2013Por
Diario ElquiEl hecho ocurrió el 08 de diciembre de 1973 en la Quebrada de Angostura en este pueblo de la comuna de Vicuña.
El hecho volvió a la opinión pública en las últimas semanas. Ha sido tema de discusión y conversación en los medios de comunicación, teniendo como una de las últimas consecuencias la querella criminal contra el ex comandante en jefe del ejercito y el hasta la semana pasada Jefe del Consejo Directivo del Servel, Juan Emilio Cheyre.
La querella, que se hizo en la Corte de Apelaciones de La Serena, la llevaron a cabo los querellantes Esteban Silva, Rony Nuñez y el abogado patrocinante de la causa, Roberto Ávila. Según explicó Silva, «hemos presentado esta demanda en contra de Cheyre por incumplimiento de sus deberes como funcionario público en relación a un hecho que causó conmoción, por que un hecho como la muerte de los padres de Ernesto Ledjerman, que después se supo fue un asesinato, un funcionario público como lo era él, tenía obligación de colocar en conocimiento, en autos a la justicia».
Historia del hecho
Todo comenzó en la madrugada del 8 de diciembre de 1973, cuando una patrulla militar del Regimiento «Arica» de La Serena, al mando del oficial de Fernando Polanco Gallardo, conducidos por el lugareño Luis Horacio Ramírez, quien había sido detenido y torturado el día anterior -irrumpió en la Quebrada de Angostura, posesión Los Perales, en la localidad de Gualliguaica, donde habían unas cuevas en las que se había refugiado Bernardo Mario Lejderman Konujowska, su cónyuge mexicana María del Rosario Avalos Castay el hijo de ambos, Ernesto, de menos de dos años de edad.
Según lo relató Luis Horacio Ramírez ante el Tribunal, él fue detenido el 7 de diciembre de 1973 por efectivos del Regimiento «Arica», cuyo comandante era el teniente coronel Ariosto Lapostol. Se le interrogó y torturó sobre unas personas que estaban ocultas en Quebrada de Angostura y para las cuales el testigo les había conseguido ropa. Una vez obtenido los antecedentes, se formó un piquete integrado por unos 10 militares bajo el mando de un oficial de apellido Polanco. También iba un sargento de baja estatura, gordo, moreno y de unos 30 años.
Cuando se acercaron al lugar, los militares dejaron al testigo a unos mil metros del lugar, mientras ellos recorrían solos la distancia que los separaba de los hornos. Al poco rato, Luis Ramírez sintió disparos y luego llegó hasta él, el sargento, quien le dijo que tomara una pala y una picota para hacer una excavación. El militar lo llevó consigo y, a unos 150 metros de las cuevas, el testigo vio el cuerpo de la mujer (María del Rosario Avalos), el que tenía mucha sangre en el tórax. No vio al hombre. Cuando se retiraron del lugar, los uniformados llevaban en brazos al niño.
Al día siguiente, acompañado por Modesto Pastén (ya fallecido). Luis Ramírez volvió al lugar, y, en una quebrada, donde existe una vertiente, encontró el cadáver de Bernardo Lejderman. Estaba cubierto de sangre. Junto con Modesto Pastén cavaron una fosa y enterraron los restos. Diecisiete años después, el 1° de agosto de 1990, se exhumó el cuerpo.
El pequeño Ernesto fue llevado por los militares a la Casa de la Providencia de La Serena, donde fue ingresado a solicitud del Jefe de Plaza e Intendente de la Provincia, Teniente Coronel Ariosto Lapostol. Permaneció allí hasta el 8 de enero de 1974, fecha en que fue sacado para ser llevado a Buenos Aires, donde sus abuelos paternos.
A María del Rosario Avalos Castañeda, a través de gestiones diplomáticas, se la exhumó en abril de 1974 y sus restos fueron trasladados al Cementerio General de Santiago. Oficialmente, el Ministerio de Relaciones dijo al Encargado de Negocios de México en Chile que ella se había suicidado haciendo estallar un cartucho de dinamita que llevaba consigo. Por su parte, la Embajada Argentina, por medio de su Encargado de Negocios, José Alberto del Carril, hacía trámites y consultas en relación a la suerte corrida por Bernardo Lejderman Konujowska.
El 3 de enero de 1974, Enrique Carvallo Díaz, Subsecretario de Relaciones Exteriores de la dictadura, respondió que Lejderman era un peligroso activista que estaba siendo buscado por una patrulla militar en la zona cordillerana. Cuando se le encontró, en la localidad de Gualliguaica, y, al verse éste sorprendido, intentó huir. Como no lo lograra -continuaba la respuesta oficial del Gobierno chileno- hizo estallar un cartucho de dinamita que llevaba entre sus ropas. «Dado que su muerte se produjo por su propia voluntad, no procede establecer responsabilidades por el hecho».
Días después, el 14 de enero de 1974, Relaciones Exteriores amplió la información que había entregado a la Embajada Argentina. En esta oportunidad agregaba que como sus restos quedaron diseminados por el lugar, el piquete debió juntarlos y darles sepultura, sin que fuese posible hacerle una autopsia.
Diecisiete años más tarde, el 01 de agosto de 1990, cuando se exhumó el cuerpo de Bernardo Lejderman, su cuerpo estaba entero. Sepultado a unos 40 centímetros de profundidad. Ninguno de sus huesos presentaba lesiones y las vértebras, aunque ya desarticuladas por el paso del tiempo, estaban completas, al igual que los restos óseos de la cara y cabeza, de las piernas y brazos, del tórax y de la pelvis.
Bernardo Lejderman, argentino, y su cónyuge María del Rosario Avalos Castañeda, mexicana, habían ingresado a Chile en 1971. Él lo hizo en el mes de marzo de ese año y, al poco tiempo, por sus vinculaciones con la izquierda y el Gobierno de la Unidad Popular, fue perseguido.
Aunque no se dispone de una información acabada, se sabe que Bernardo Lejderman, junto a su cónyuge e hijo decidieron irse al sector de la Aguada en busca de refugio. Su condición de extranjeros y el hecho de estar siendo procesado por sus ideas, hacían temer por su seguridad y la de su familia. Amigos de la víctima relatan que éste esperaba que se dieran las condiciones para poder cruzar la cordillera hacia Argentina cuando fue ejecutado por los militares.
Hasta la fecha en que fueron encontrados los restos del afectado (año 1990), permaneció en calidad de desaparecido, ya que no se inscribió su defunción en el Registro Civil hasta el año 1991.
Organismos de Derechos Humanos de La Serena, presentaron, el 31 de julio de 1990, una denuncia por el delito de Inhumación Ilegal de Bernardo Lejderman en el Juzgado del Crimen Elqui-Vicuña.
Junto con relatar las circunstancias de la muerte del afectado, su sepultación ilegal y su permanencia en calidad de desaparecido durante diecisiete años, en la presentación se solicitó la exhumación de los restos del afectado.
El Juez David Salazar Catalán acogió la denuncia rolándola con el N°14090, y el 01 de agosto de 1990 se constituyó en la Quebrada de Angostura procediendo -junto a un equipo de peritos- a realizar las excavaciones que culminaron con el hallazgo de las osamentas de Bernardo Lejderman.
Posteriormente, el 8 de agosto, ante el mismo Tribunal se presentó una querella por los delitos de Homicidio, Inhumación y Exhumación Ilegal cometidos en contra del afectado y su cónyuge, María del Rosario Avalos, la que fue acumulada al proceso 14090.
Durante la tramitación del proceso no fue posible individualizar al oficial de apellido Polanco (más arriba ya están identificados, cuatro de esos militares) ni a los integrantes del piquete militar que intervinieron en la muerte del matrimonio. El 14 de septiembre de 1990, el Mayor General Hugo Salas Wenzel, Jefe del Estado Mayor General del Ejército, (posteriormente Jefe de la CNI, la policía represiva de la dictadura) respondió a un oficio del Juzgado del Crimen Elqui-Vicuña, «los antecedentes proporcionados por el Tribunal son insuficientes para individualizar a la persona que se menciona (Polanco). Por otra parte, la Institución no cuenta con antecedentes respecto a qué personas integraban la patrulla militar que actuó en el operativo realizado al interior de Gualliguaica, ni por orden de quién se realizó ese operativo».
Cuando aún estaba pendiente la exhumación del cuerpo de Rosario Avalos, a quien se enterró en 1974 en el Cementerio General de Santiago para realizar la autopsia que definiera las causas de su muerte; determinar la efectividad de la detención y la participación de dos profesores de La Serena (habrían recolectado ropa para el niño); y personalizar al oficial de apellido Polanco y a los miembros de la patrulla; el II Juzgado Militar de Santiago intervino en la investigación solicitando la incompetencia del Juez David Salazar Catalán.
El 20 de febrero de 1991, el Juez Militar, Brigadier General Guido Riquelme Andaur, pidió la inhibitoria del Juzgado Elqui- Vicuña para continuar sustanciando el proceso porque en los hechos investigados «habría cabido participación a personal del Ejército en acto de servicio». El 18 de marzo del mismo año, el Juez David Salazar no dio lugar a la incompetencia, elevando la causa a la Corte Suprema de Justicia. El 5 de mayo de 1991, ésta resolvió en favor de la Justicia Militar.
Poco antes de esa resolución, el 14 de marzo de 1991, David Salazar había ordenado al Registro Civil de Vicuña inscribir la defunción de Bernardo Mario Lejderman Konujowska «cuyo fallecimiento ocurrió al interior de la localidad de Gualliguaica, Quebrada de Angostura, el día 8 de diciembre de 1973, en horas de la madrugada, presumiblemente por múltiples heridas».
Fuente: Cambio 21

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